Soy Natalie Rodd

«No somos solo lo que hacemos, sino también lo que soñamos, lo que amamos y, sobre todo, lo que compartimos con el mundo.»

En el acta de nacimiento dice Nathaly Rodriguez, pero mi alma literaria responde al nombre de Natalie Rodd. Es como si tuviese dos nacimientos: uno en la vibrante y apasionada Bogotá, Colombia, y otro en la pluma que plasma mis pensamientos e historias. Ahora, desde Milán, Italia, que es el escenario donde vivo mis días junto mi esposo. Soy la orgullosa madre de dos jóvenes universitarios, quienes son mi inspiración constante y el faro que ilumina mi camino.

Nací en el corazón de Bogotá, en una familia que me enseñó a vivir con un espíritu libre y un corazón que no conoce límites. Mis estudios en administración de empresas y publicidad en el Instituto Universitario Politécnico Gran Colombiano solo fueron el comienzo de un viaje de aprendizaje y descubrimiento que aún no tiene final.

Recuerdos de Casa: Bogotá y Chía, Dos Mundos en Mi Corazón

Antes de embarcarme en esta increíble aventura que es mi vida ahora, mi hogar estaba en las altas montañas de Colombia, específicamente en Bogotá y Chía. ¿Cómo describir Bogotá? Es una ciudad de contrastes, donde la modernidad y la historia conviven en un eterno abrazo. Las calles están llenas de vendedores de arepas y empanadas, mientras que los rascacielos apuntan al cielo como agujas. Los Andes sirven de escenario, ofreciendo un aire fresco que contrasta con el calor humano de sus habitantes.

Chía, por otro lado, es como un respiro de aire fresco. Un lugar tranquilo que ofrece un escape a la intensidad de Bogotá. Las tardes allí son suaves, y los paisajes son un recordatorio constante de la belleza natural de mi patria. No es solo un lugar para vivir; es un lugar para encontrar inspiración en cada rincón, desde sus mercados locales hasta los campos verdes que parecen extenderse hasta el infinito.

Ambas ciudades dejaron una huella indeleble en mí, y a menudo encuentro ecos de ellas en los lugares más inesperados en mis viajes. Son el inicio de mi historia, la base sobre la que he construido mi vida, y una fuente constante de inspiración y amor.

La Mudanza a Europa: Cruzando Océanos para Encontrar Sueños

Hace seis años, me encontré en un punto crucial de mi vida, parada ante la magnitud de un oceáneo que no solo separa continentes, sino también mundos, sueños y realidades. Fue entonces cuando decidí embarcarme en una travesía transatlántica y mudarme a Europa. El primer puerto de esta aventura fue Barcelona, esa joya del Mediterráneo, donde pude estudiar periodismo de viajes. Barcelona es más que una ciudad; es un mosaico de culturas, idiomas y colores, una fuente inagotable de inspiración que me abrió nuevas puertas y perspectivas.

Pero algo dentro de mí, una especie de llamada interior, me instaba a explorar aún más, a cruzar nuevas fronteras. Me di cuenta de que, a veces, uno no sabe que está atravesando océanos hasta que se encuentra de frente con los sueños hechos realidad.

Vida en Milán: Redescubriendo la Estabilidad y la Esencia de Hogar en la Capital de la Moda

Milán es mucho más que una ciudad de moda y cultura para mí; es el escenario donde he redescubierto la estabilidad y sentido de pertenencia que alguna vez tuve en mi país natal. Aquí, en este crisol de historia y modernidad, he echado raíces profundas, formando no solo una familia sino también una vida llena de propósito y amor.

Junto a mi esposo, he fundado Connectki, nuestra agencia de marketing digital, que no solo ha crecido año tras año, sino que se ha convertido en un reflejo de nuestra pasión y compromiso profesional. Aquí, en la ciudad de Leonardo da Vinci y La Scala, cada día me despierto con el entusiasmo de saber que estoy construyendo algo perdurable, tanto en lo personal como en lo profesional.

Milán se ha transformado en mi nuevo hogar, brindándome la estabilidad emocional y creativa que siempre busqué. En cada rincón, en cada obra de arte y en cada sonrisa familiar, encuentro razones para considerar esta ciudad como mi santuario de tranquilidad y bienestar.

La Escritura como Refugio: Un Portal a Mundos Maravillosos y Mi Más Íntimo Medio de Expresión

Para mí, la escritura no es simplemente juntar palabras en una página; es mucho más que eso. Es mi refugio, mi espacio sagrado, una puerta a universos de imaginación y significado. Aunque llegué a esta forma de arte más tarde en la vida, su descubrimiento fue como encontrar una llave que abría un tesoro oculto de posibilidades emocionales y creativas.

Cuando escribo, me sumerjo en mundos maravillosos que yo misma he creado, donde las reglas las establezco yo y donde todo es posible. Es un acto de liberación, un desahogo que me permite explorar, sentir y soñar sin limitaciones. Esta forma de autodescubrimiento y expresión se ha vuelto indispensable para mi bienestar emocional y mi equilibrio en la vida.

La escritura se ha convertido en mi más fiel compañera, estando allí en cada etapa de mi vida, brindándome consuelo, permitiéndome celebrar y ayudándome a procesar el mundo que me rodea. Es tan vital para mí como el aire que respiro.

Viajes y Descubrimientos: Un Viaje del Corazón

Imagínate aterrizar en un nuevo país: los colores, los olores, la gente. Cada viaje que he hecho—y ya van más de 46—ha dejado una huella indeleble en mi corazón. Pero no son solo sellos en mi pasaporte; son historias, emociones y aprendizajes que he querido compartir con el mundo, especialmente con los más pequeños. Es como si cada viaje sembrase una semilla de creatividad en mí, y de ese suelo fértil nacieron dos libros infantiles, creados con todo mi amor y dedicación.

Estos libros son mucho más que palabras en una página; son un reflejo de la vida, de los desafíos, pero también de las maravillosas aventuras que nos esperan cuando nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort. Y sí, mi pasión por la ilustración es el toque mágico que hace que estos cuentos cobren vida, transformándolos en un universo lleno de colores, emociones y sueños por cumplir.

Porque al final, si puedo inspirar a un solo niño a soñar más grande, a sentir más profundamente y a atreverse a descubrir el mundo, entonces cada milla viajada habrá valido la pena.

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